El aparato locomotor se compone de huesos, músculos y articulaciones.
Las articulaciones contienen el líquido sinovial, una sustancia lubrificante que permite un fácil deslizamiento de los extremos óseos que se articulan entre sí.
Los músculos son los motores del movimiento; pueden aumentar y desarrollarse con ejercicio. Los músculos permiten adoptar posiciones y aptitudes porque mantienen un estado de semicontracción permanente, que se conoce como tono muscular .La actividad muscular y todos los movimientos están gobernados por el sistema nervioso, a través del cual llegan a los músculos las órdenes motoras. Los movimientos que realiza una persona al cabo del día son suficientes para mantener una buena función de huesos, músculos y articulaciones.
La sensibilidad de la piel nos transmite información sobre agentes externos nocivos, permite conocer la posición adoptada por cada zona de nuestro cuerpo aun con los ojos cerrados y es el estímulo para variar periódicamente y de forma inconsciente nuestras formas de apoyo.